sábado, 1 de diciembre de 2012

Diciembre 1

Yo sabía que estabas por irte. También supe que a *Sara le cambiaría la vida, mucho antes de que todo pasara. Son cosas que a veces odio de mí, por suerte, he perdido práctica, ya no "adivino" tan fácil lo que va a pasar...

Mi historia contigo es rara, por lo tanto es especial. Una semana antes de que partieras comiste en mi casa, ibas a llegar y yo estaba dándole vueltas al parque, estaba haciendo tiempo, porque no quería ver cuando llegaras (nadie lo sabe...) no quería porque me partía en el alma tu fragilidad, así que procuré tardarme y llegar después de ti. Así fue.
No solíamos hablarnos mucho con palabras, pero sí con miradas, gestos y alguna de esas "señas" secretas que significan "te quiero".

Comí en frente de ti, te costaba tanto y yo tragaba lágrimas convertidas en saliva para que no salieran por mis ojos. Me esforcé en comer con gusto, con la doble intención de contagiarte un poco de mi "buen apetito" y entonces surgieron las -casi- últimas palabras que me regalaste: "mira qué bien comes, así era yo..." me sentí orgullosa, feliz, viste un pedacito de ti en mí y eso me sentó bien. Fingí atragantarme con la comida, quería hacerte sentir cómodo, quería que vieras que a cualquier edad pasa, que no te sintieras mal (tampoco lo sabe nadie...)

Te ayudé a poner los pies en esas cosas que tenía tu silla, lo hice sabiendo que podía pasar lo que una semana después... pasó.
Dos días antes de que te fueras, yo lo sabía y en las noches esperaba que sonara el teléfono de casa con la noticia. Hoy, a esta hora, hace un año, el teléfono ya había sonado...

Te lloré, porque un pedazo de mí, se marchó, porque igual que tu te viste en mí ese día comiendo, yo me veía en ti muchas veces. Te soñé varias noches, me hablaste entre sueños.

Ya no sé qué más.. Te quiero..

La canción vino de lejos...




*cambio de nombre.