miércoles, 28 de diciembre de 2011

Algo breve...

A mí, el mar me duele... me duelen sus olas, porque en ellas, se mezclan los recuerdos que fueron junto con los que no fueron... me duele la arena, porque se deja besar por las olas, por el castillo que nunca hicimos, porque -una vez más- veré mis huellas solas, sin compañía... me duele la brisa, porque me besa la cara sin permiso, porque son besos filosos, alfileres de recuerdos que viven en las olas, de las que ya hablé...


A mí, el mar me duele... y hoy no hay mas opción para mi destino... sólo él.

martes, 20 de diciembre de 2011

Cartas desde el círculo polar...

Lo peor de mandar un carta, es la espera. La espera de que llegue a su destino, la espera de que sea leída, de que se digieran bien las palabras que uno ha puesto en el papel... la espera a una posible respuesta.
Esta vez, no quiero que escribas lo que yo quisiera leer, esta vez, quiero que escribas lo que necesites escribir, lo que sea.

Lo peor es la espera... son momentos que yo lleno de puntos suspensivos intentando decir algo. Son silencios a su máximo volumen. Son días con el doble de horas y el doble de insomnio.

Espero tu respuesta a mi carta... no a ti, como lo que quise que fueras en mi vida. De esa espera me cansé. 

lunes, 12 de diciembre de 2011

Te escribiré...

Me han dicho que preguntaste por mí, que necesitas que te escriba. Yo también necesito hacerlo desde hace tiempo. Me quedé estática, de esas veces que no sabes qué es verdad y qué es producto de la imaginación, es que eso de diario divagar en escenas inventadas, creo que al final, no hace tanto bien.

Repasé el mensaje más de diez veces, me aseguré de que no fuera invento mío y después de pelearme con un "sí" y un "no", marqué el número indicado. Construí - de alguna manera- un puente hacia contigo. Puente, que la vida y seguramente más de alguno/a se ha empeñado en destruírnos.
Ahora, de tanto que quiero decirte, no sé ni por dónde empezar, no sé cómo acomodarte las palabras, las más adecuadas, para que te sienten bien.

Preguntaste por mí... a mi conveniencia, me quedé con eso en la cabeza, yo que ya había tirado todas las cartas con el nombre de "posibilidad", y de pronto, tú... preguntas por mí. Yo intentando desprenderme cada día un poquito más de ti, aprendiendo a des-nombrarte, yo que -ahora sí- iba a olvidarte, y tú, necesitas que te escriba, y yo, aún sin saber qué... te escribiré.


La Luna se completa cuando tu y yo, de alguna manera, estamos cerca.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Ra-yue-la...

Tengo -por fin- "Rayuela" en mis manos. Tanto oír hablar de él, tantas bocas coincidiendo en que es un libro "de los buenos", que decidí que quiero comprobarlo, o ponerme de rebelde a desmentirlo, de una buena vez.

Le quito el plástico que lo envuelve, como una niña abriendo los regalos de Navidad. Acaricio rápidamente las páginas, para hacer desprender ese olor a libro nuevo. Repito el acto una y otra vez. Me gusta. Mientras lo hago, imagino que las letras de cada una de las hojas se van a desacomodar, formando otras palabras y entonces, voy a leer otro "rayuela" diferente al que han leído los demás. Luego, sonrío y recuerdo las veces en que me decías que debería canalizar toda esa "habilidad" para citar incoherencias, en algo de más provecho... Tanto ingenio no lo puedes desperdiciar -decías- y yo, calladamente, me sentía bien.

Había escuchado que, una de las cosas que hacen a este libro, especial, es que puede ser leído de dos formas. Si lo hubiera escrito yo, seguro que pondría:
"sentado o parado, como usted prefiera y se le acomode más"... ese humorcito simple con el que cargo, me hace inevitable el decir cosas así.

Paré de acariciar las páginas repetidamente y comencé a leer la hoja donde se explican las dos maneras de leerlo. Quedé atrapada con esa segunda opción. Me imaginé los capítulos a modo de bardas, puentes, laberintos, escaleras... y yo, dando saltos, del 73 al 1, al 2, luego al 116... como tratando de descifrar un misterio o de encontrar un tesoro perdido y esos saltos en desorden, fueran las pistas y todos los sitios por los que tendría que ir hasta encontrarlo.
Yo siempre he sido muy desordenada, es una palabra que va conmigo y todo esto, parecía eso, un desorden, de esos mentales en los que participo un día sí y otros, también... un desorden perfectamente acomodado. Pensé en que he leído revistas, comenzando de atrás hacia adelante, en que las veces que leo el periódico, lo "desarmo" y re-acomodo las secciones a mi antojo, en los ejercicios de inglés, que empezaba siempre por el último y en ese cuaderno en el que comencé a escribir en la última de sus hojas y me fui así, de atrás para adelante. Siempre he sido así...

Después de divagar sobre la peculiaridad del libro y compararlo con mis actitudes, decido cerrarlo. No comenzar a leerlo. Me cruza un miedo chiquito a lo nuevo, a lo desconocido (yo y mis miedos).
Luego de estos diálogos y discusiones internas, decido que *mañana lo comienzo.
No sé si me vaya a gustar o no, el contenido, pero es que esa libertad en elegir entre dos opciones de lectura, me "atrapó". Me pregunto, cuál será la mejor forma de leerlo, y elijo el desorden acomodado. Uno tiene que entender que lo estructurado, no es el único camino para llegar.

Tengo "Rayuela", y en él, caben miles de posibilidades, tantas, como caben en ti...


*mañana, puede ser hoy.

sábado, 3 de diciembre de 2011

...

No sé si fue buena idea el que comenzara diciembre. Aún no me atrevo a escribir sobre ti y el hecho de que ya no estás.

Yo que me la paso pidiendo a los meses que te traigan de regreso y en lugar de eso, diciembre se ha llevado a alguien más.

No sufriste tanto y sólo por eso, agradezco.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Año que empieza mal...

...termina un poco peor...

o tal vez no, pero hoy, todo lo veo gris.